Es muy humano que nos
apresuremos a juzgar a otros, y de hecho nos pasa con mucha frecuencia. Nos
pasa que al mirar a alguien lo miramos sin ver a la persona, y colgamos de la
imagen que vemos adjetivos y prejuicios que son de nosotros, que son nuestros porque son nuestros propios
demonios, realmente no le vemos, y no escuchamos sus palabras porque no nos interesa
escucharlas porque para nosotros lo que
sentimos por dentro parece ser
suficiente para sacar nuestras conclusiones.
Pero me pregunto yo…
¿Qué sabemos nosotros en realidad de nadie? ¿Qué sabemos de su vida, de su
lucha, de sus fracasos o de sus victorias? La mayoría de las veces muy poco o
nada, para poder valorarlos ni entenderlo y sin embargo los estamos juzgando.
Mi propósito no es
señalar lo que todos o al menos muchos ya
sabemos, solo quiero compartir con vosotros, algunas percepciones que he venido
observando en la gente entre la cual me
incluyo por supuesto, porque aquí nadie está libre de nada…Y de paso, atreverme a dejar aquí un
consejo, y es el siguiente, antes de atrevernos a juzgar, a nadie,
aprendamos a observarlo sin prejuicio, para escucharlo con atención, y poder de
esta forma valorarlo con justicia.
Quiero acabar este
escrito con una frase, que creo que en los tiempos que vivimos tienen un gran
significado.
“Para cambiar o
transformar la historia, se necesitan hombres y mujeres que sean capaces de
ponerse de pie, y de levantar la voz para defender sus ideales.”
Anónimo
Consuelo Ruiz.
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