Algunas
veces la vida nos sorprende y, cuando menos nos lo esperamos, ocurre algo que
te hace reaccionar, haciéndonos que, por un momento, nos paremos a pensar y
podamos reflexionar sobre lo que estamos haciendo, o en cómo lo estamos
haciendo, en cómo estamos viviendo nosotros cada momento, y si le estamos
sacamos a cada momento todo el partido que deberíamos.
Y esto
casi siempre lo hacemos en esos momentos en los que la vida nos sorprende; casi
nunca, desgraciadamente, para bien. Y es entonces cuando nos comenzamos a replantear
seriamente si en verdad estamos sabiendo disfrutar de las cosas que tenemos, y si
estamos siendo valientes para adoptar decisiones que nos pudieran ayudar a
lograr esa felicidad con la que todos soñamos alguna vez alcanzar, pero que,
sin embargo, muchas veces no la logramos. Y eso es porque no sabemos dar el
paso definitivo hacia ella, o no nos atrevemos a hacerlo, pensando que aún
tenemos cosas que resolver y que todavía nos queda tiempo. Lo que ocurre es que,
como no aprendamos a dar ese paso, el tiempo no esperará y las excusas tampoco
nos valdrán, porque resulta que siempre tendremos algo por hacer, a alguien a
quien ayudar… Y un día nos daremos cuenta de que el tiempo ya no está, y de que
ya no lo tendremos más de nuestra parte para poderlo aprovechar en busca de
ninguna felicidad.
Es
una pena que eso ocurra de pronto y como consecuencia de algo… que en algún momento
nos tengamos que dar cuenta de que no vamos a ser jóvenes toda la vida, y que
tampoco tenemos la vida comprada; que hoy estamos aquí y no sabemos por cuánto
tiempo más podremos estar; que lo importante es vivir cada uno de sus momentos,
disfrutar de los pequeños detalles que, no por pequeños, dejan de ser bonitos, porque
son estos en realidad los que construyen nuestra vida, la que compartimos con
la gente que queremos, las personas que nos quieren a nosotros de vedad, y
sobre todo la vida que construimos con esos pequeños detalles con la persona
que amamos. Y es aquí que nos damos cuenta que de lo que se trata es de ser
feliz; ser feliz al máximo y de verdad.
Consuelo
Ruiz